En Australia encontramos las siguientes especies Theraphosidae:
Coremiocnemis tropix, Selenocosmia crassipes, Selenocosmia stirlingi, Selenocosmia strenua, Selenocosmia subvulpina, Selenotholus foelschei, y Selenotyous plumipes.
De las especies numeradas se constata que la subfamilia Selenocosmiinae es la única presente en la gran isla.
El género Selenocosmia (Ausserer, 1871) es sinónimo de Selenopelma (Schmidt & Krause, 1995) y también de Phlogius (Simon, 1887).
El veneno de las tarántulas australianas
La especies de Theraphosidae en Australia no constituyen un problema médico importante, y requieren un interés menor que el de otras especies de animales, no ya sólo de serpientes venenosas, sino incluso de otros tipos de arañas, como Atrax robustus. Y es que en Australia las tarántulas de la familia Theraphosidae, todo y siendo venenosas, y aún con una mordedura muy dolorosa, no suponen un peligro grave para el ser humano, al menos en condiciones normales, si bien es cierto que en algunos casos pueden llegar a serlo para los animales domésticos.
De hecho, en un estudio de varios casos de envenenamiento por Theraphosidae (con algunas Selenocosmia implicadas) en perros y humanos ocurridos en Australia, se constató que todos los perros (siete, de diferentes razas y tamaños) murieron, mientras que los efectos en las personas fueron relativamente leves (Ref: Isbister et al, 2003). Estos resultados son justo lo opuesto a lo que ocurre con la anteriormente mencionada araña Atrax robustus, que no pertenece a la familia Theraphosidae y cuyo macho tiene un veneno cinco veces más potente que el de la hembra, siendo letal para el ser humano y los primates, particularmente sensibles a él, pero con escasos efectos en otros animales domésticos como los conejos, capaces de resistir grandes dosis del veneno (Referencia: Sutherland & Tibballs, 2001).
De todas especies australianas, son las del género Selenocosmia las más notables por varias razones. Primeramente por su número, ya que son mayoría; también por su distribución, puesto que son geográficamente las más extendidas; y finalmente por su peligrosidad, determinada tanto por la rapidez de estas criaturas como por su actitud extremadamente defensiva.
De entre estas especies, se destacan dos: Selenocosmia crassipes y Selenocosmia stirlingi.
Selenocosmia crassipes (L. Koch, 1874)
La longitud del prosoma + opistosoma es de hasta 60 mm, siendo una de las mayores Theraphosidae de Australia. Tiene el prosoma de forma ovalada, generalmente de color gris claro; el opistosoma es negro y alargado, con pelos grises; patas marrones.
Se trata de una especie con un estilo de vida en madrigueras, lo que es común a las Selenocosmia; esta madriguera puede tener una profundidad variable, dependiendo del individuo.
Estudios llevados a cabo han comprobado que el veneno de esta especie varía su composición con mucha frecuencia a lo largo de la vida del animal. Se puede afirmar que en cada etapa de su vida, el veneno tiene una determinada composición, diferente a la de otro estadio. Estos cambios en la composición del veneno van acordes al tamaño de la tarántula (el tamaño es el criterio que se coge para, a partir de él, calcular la edad aproximada del arácnido). Las variaciones en el veneno pueden explicarse por los distintos tipos de presa de la tarántula encontrados en cada fase o estadio de su vida. Pero hay más: también se sabe que el veneno de los machos sexualmente maduros tiene una composición diferente a la de las hembras, tanto como diferente es también su ecología a la de dichas hembras y machos juveniles. Lo que ocurre aquí es que el macho, en determinada fase de su vida, abandona la madriguera para deambular por el suelo en busca de compañera sexual; esta vida errática en esa etapa lo expondría a más depredadores, y más grandes, depredadores de todo tipo (mamíferos, aves, reptiles), que en cambio no encontraría si permaneciera la mayor parte del tiempo en su tranquila madriguera, bien oculto y protegido. Es posible entonces que el veneno incorpore nuevas toxinas para hacer frente a esos nuevos depredadores.
Selenocosmia crassipes es originaria de Queensland, en el norte de Australia, y es famosa en su tierra natal por estridular con gran fuerza cuando se la importuna. Se trata de una tarántula muy rápida y agresiva, y es una de las implicadas en las muertes de perros antes mencionadas.
Selenocosmia stirlingi (Hogg, 1901)
Selenocosmia stirlingi tiene el mayor rango de distribución en Australia. Está bien adaptada a sobrevivir en ambientes áridos y desérticos, con escasez de agua. Puede cavar madrigueras de gran profundidad.
Muy rápida y de actitud sumamente defensiva (tal vez sea ella la tarántula más agresiva de toda Australia), esta especie es conocida por haber matado a perros con su mordedura. Ante un enemigo o un depredador, esta tarántula puede emitir sonoros silbidos o zumbidos (la llaman "tarántula ladradora", como a Selenocosmia crassipes) y adoptar una postura amenazante a modo de advertencia que más vale tener en cuenta.
De los venenos testados en Australia, se vio que el de Selenocosmia stirlingi tenía una toxicidad similar a la de la peligrosa Hadronyche infensa (la araña tela de embudo, muy venenosa); este dato es consecuente con los severos efectos registrados en perros y gatos por su mordedura.
En Alice Springs (Australia central) una mujer de 35 años fue mordida por una tarántula de la especie Selenocosmia stirlingi en el muslo cuando dormía. La mujer desarrolló dolor local y eritema en el lugar de la mordedura, síntomas acompañados de náuseas, vómitos, dolor de cabeza retro-orbital, fotofobia y frecuencia urinaria. Cuando fue admitida en el hospital, cuatro días después de la mordedura, el área eritomatosa caliente presentaba un margen vesiculado y había cubierto casi dos tercios del muslo. No había evidencia de infección en el tracto urinario. En el hospital, con la atención médica adecuada, la paciente se recuperó completamente.
OTRAS TARÁNTULAS AUSTRALIANAS
Además de las especies mencionadas, también merecen ser citadas:
Coremiocnemis tropix (Raven, 2005)
Subfamilia Selenocosmiinae.
Es la única de su género que se encuentra en Australia (a las otras se las encuentra por Malasia, Sumatra o Borneo)
Esta tarántula de color marrón no supera los 40 mm de longitud (prosoma + opistosoma). Es una especie terrestre, encontrada en los bosques tropicales de la región de Cairns, en zonas de baja altitud.
En cuanto al veneno de este terafósido, debo decir que los machos lo producen en menor cantidad que las hembras, si bien, en compensación, muestra una más grande variedad de componentes tóxicos que el de aquéllas.
El veneno de Coremiocnemis tropix resulta particularmente tóxico para las moscas de la especie Lucilia cuprina, ampliamente distribuida por Australia y clara productora de miasis en las ovejas, lo que comporta importantes pérdidas económicas en el sector de la ganadería, siendo además un problema difícil de controlar. Ocurre que del veneno de nuestra tarántula australiana se han aislado dos toxinas activas (CT1a y CT1b), con un marcado efecto insecticida en este tipo nocivo de moscas. A partir de ahí se posibilita fabricar insecticidas que contribuyan a resolver el problema.
Selenotypus plumipes (Pocock, 1895)
Especie monotípica de la subfamilia Selenocosmiinae, distribuida en Queensland, norte de Australia.
Se trata de una tarántula relativamente grande, hasta 60 mm de longitud del cuerpo, de color pardo claro, con tono algo rojizo en el prosoma, que es de forma ovalada, y los quelíceros; las patas son también de color marrón rojizo; pelos anaranjados.
Selenotypus plumipes tiene un estilo de vida terrestre, pasando buena parte de su tiempo en una madriguera que puede tener una profundidad de 25 a 40 cm.
El veneno de Selenotypus plumipes es otro de esos ejemplos en los que en ocasiones el veneno puede ser más beneficioso para los intereses humanos que perjudicial. Ya lo hemos visto en Coremiocnemis tropix, y lo volvemos a ver ahora. Y es que por dramáticos que pueden mostrarse a veces los envenenamientos por algunas (pocas) especies de tarántulas, tanto en Australia como fuera de ella, lo cierto es que son más los beneficios que se obtienen, y se obtendrán en el futuro, de los venenos de estos animales, cuyo estudio hace tiempo que interesó a la Ciencia por el gran potencial que ofrecen a la hora de desarrollar múltiples fármacos para el ser humano.
En este sentido, uno de los venenos que más se estudia es el de la tarántula que ahora nos ocupa, altamente tóxico para los insectos, que son sus presas habituales, lo que posibilita el desarrollo de sustancias insecticidas eficaces para combatir ciertas plagas perjudiciales para la agricultura y la ganadería, pero con la ventaja de carecer de los inconvenientes de otros tipos de insecticidas químicos.
Para el hombre, en cambio, el veneno de Selenotypus plumipes no parece ser muy peligroso, con efectos únicamente locales.